El ex-lanzador Seth McClung realizó una publicación en redes sociales donde ha calificado a la LMB como la organización más pobre en la que jugó y la peor experiencia que tuvo en toda su carrera.
Seth McClung lanzó durante 6 temporadas en MLB; 3 con los aún llamados Tampa Bay Devil Rays (ahora simplemente conocidos como Rays) y 3 con los Milwaukee Brewers. Durante su estancia en la gran carpa, McClung registró récord de 26 triunfos y 34 derrotas con un porcentaje de carreras limpias admitidas de 5.46 y tuvo un total de 314 ponches en 430 entradas y 1 tercio lanzadas.
Tras terminar con su paso por las Mayores, McClung continuó con su carrera en Ligas Menores y en 2013 llegó a México para jugar en la Liga Mexicana de Béisbol (LMB). Ese año lo inició con los Sultanes de Monterrey y luego pasó a Pericos de Puebla, tomando el rol de cerrador y relevo corto.
Luego de salir de Puebla, fue a la Liga de Taiwán (CPBL) donde terminó su carrera profesional. En total, McClung tuvo 6 años en MLB, 10 años en las Menores (incluyendo 1 en LMB) y 1 en la CPBL.
Recientemente, a través de redes sociales, McClung realizó una publicación donde explica a detalle cómo fue su paso por la LMB, el cual menciona ha sido la peor experiencia de su carrera además que menciona al circuito como la organización que el considera como la más pobre o tacaña de todas.
En su publicación a través de X, McClung dijo:
“Terminando mi lista de las organizaciones más pobres en las que he jugado. Esta también ha sido la peor experiencia en absoluto que tuve jugando béisbol profesional.
1 en mi lista de organizaciones más pobres: la LMB de México.
Nuestra historia vuelve de nuevo al sur de la frontera y nos trae a Sultanes de Monterrey de México. En la LMB, la versión mexicana de MLB, no esperaba el mismo nivel que en las Mayores pero aún así el nivel de ‘barato’ y lo que considero debajo del estándar me tomó por sorpresa.
Inicié la temporada de 2013 en Monterrey con un Spring Training completo.
Primero que nada, todos los campos de entrenamiento estaban al menos a 45 minutos (en auto) del hotel, y nos íbamos en camionetas apretados muy por encima de la capacidad legal (si es que en México existe una capacidad legal). Cuando llegamos a la ‘instalación’, sólo eran campos abiertos. No había clubhouse, nada más que tierra y muchas piedras en el infield como para estar seguros. ¿Sombra? Solo si encontrabas un árbol. Algunos dugouts no tenían ni siquiera techo. Era brutal. Nada para cubrirse del sol mexicano.
Quizá podrías encontrar una mesa o 2 con fruta y agua, pero se terminaba todo en 45 minutos. Ocasionalmente nos daban sándwiches para almorzar, pero a menudo teníamos que esperar hasta que regresarámos al hotel para poder comer. La comida en el hotel era decente, pero era repetitiva, generalmente era lo mismo todos los días y rotaba entre 3 platillos principales, pero debías llegar temprano o no comías nada.
En cuanto al equipo: 1 camiseta, 1 par de calcetas y una gorra de camionero. Eso era todo. La camiseta era 100% de algodón y para el final de la semana ya era una ombliguera. Sin repuestos, sin extras.
¿Los juegos de spring training? Solo usábamos pelotas de juego ‘oficiales de la liga’ pero eran más pelotas para juegos de preparatoria. Las costuras estaban muy salidas así que no podía tirar mi slider dentro de la zona de strike. Recuerdo que el coach de pitcheo me decía que tenía que tirar un strike. Le pregunté si íbamos a usar pelotas reales para la temporada. Gracias a Dios así fue.
La temporada regular no mejoró mucho. ¿Los casilleros y cuartos de entrenamiento? Sucios, descubiertos y definitivamente tenían moho.
Olvídense de encontrar algo saludable para comer.
En cuanto al equipo, tuve una camiseta interior para toda la temporada. Los uniformes me gustaron, pero aparentemente, pedir una segunda gorra era algo que no se podía hacer.
Pero el movimiento más tacaño de todos llegó luego de que me liberaron. Honestamente, pensé que me habían llamado para decirme que iría al Juego de Estrellas pero no, era para decirme que me dejaban libre. Y aquí viene lo peor: me retuvieron mi pasaporte y me dejaron en México por otras 3 semanas sin pago, les dije ‘si me van a dejar aquí, tienen que estarme pagando’ y no lo hicieron. Así que me senté en el hotel básicamente como un rehén por 24 días solo porque no querían enviarme a casa (por cualquiera que haya sido la razón) y mi agente en ese entonces no fue de mucha ayuda. En serio, estaba atorado en México y la respuesta de este tipo fue que iba a orar por mí. Toma el maldito teléfono Van Horn y llévame a casa. No es necesario decir que rompí con él y su agencia luego de eso.
Hay mucho más. Jugar ahí fue una pesadilla. No solo la tacañería en todos lados, pero se sentía literal como si fueran niños quienes estaban al mando. Nada estaba organizado, nada se sentía planeado, y como jugadores a menudo nos dejaban en situaciones y lugares peligrosos sin ninguna ayuda. Nos dejaban a nuestra suerte para arreglárnosla y sobrevivir.
Aquí les dejo un ejemplo: antes de firmar, específicamente solicité si podía llevar a mi primera esposa y a mi hijo conmigo a Monterrey para la temporada. El contacto me dijo que sí, pero me dijeron que esperara hasta después del spring training. Así que cuando regresé, los traje. El mismo contacto me vio y me preguntó ‘¿puedo ver una foto de tu esposa y tu hijo?’ y se la mostré de manera orgullosa. Se rió y me dijo ‘no, nos los traigas aquí. Son muy lindos y alguien se los va a llevar’. Me reí y le dije gracias. Volvió a verme ahora serio y me dijo ‘no, de verdad. No los traigas aquí, se los van a llevar’.
Honestamente, hay mucho más.
Bienvenido al béisbol mexicano.”
Anteriormente, McClung mencionó su experiencia con Pericos de Puebla como el número 3 de sus top 5 de organizaciones más pobres/tacañas.
El top 5 de Seth se conformó de la siguiente manera:
- Liga Mexicana de Béisbol/Sultanes de Monterrey (LMB)
- Iowa Cubs (Triple A)/Marlins (MLB)
- Pericos de Puebla (LMB)
- Pittsburgh Pirates (MLB)
- Tampa Bay Devil Rays (MLB)